Diego La Hoz: “El teatro testimonial se alinea con las modas globales del teatro”

Habría que resaltar los estímulos económicos que -por primera vez- el Ministerio de Cultura entregó a más trescientos proyectos nacionales. Este es para mí el hecho más importante del año, señala el director de EspacioLibre en la presente charla con Lima en Escena

Qué pasa con el teatro y colectivos teatrales que se desarrollan en las diversas regiones del país y en los conos. Qué se puede decir de los estrenos y reposiciones de la cartelera comercial, alternativa o independiente durante este 2018. Qué implica la apertura de nuevas salas y los estímulos económicos al sector… Qué nos ofrecerá este 2019 EspacioLibre a propósito de sus 20 años de vida… Sobre estos y otros temas una entretenida charla con el actor, director y dramaturgo Diego La Hoz. Foto: Lima en Escena

-Diego, en materia teatral, ¿qué nos deja este 2018?

-El 2018 no nos ha traído ninguna sorpresa teatral. Por lo menos, en el teatro limeño que he visto. Excepto Astronautas dirigida por Jorge Castro y escrita junto a Mateo Chiarella, Héctor Gálvez, Gino Luque y Gerardo Ruiz que, si bien fue una reposición, me quedé realmente fascinado por lo que significa para el teatro peruano una propuesta con tantos elementos (claramente teatrales) que retratan cincuenta años de búsqueda identitaria como ¿nación? Habría que seguir indagando por esa línea de humor, falso documental, pero sobre todo transitar libre por el territorio de la ucronía. Ahí está la clave. Nombraría además La sonrisa del niño araña escrita y dirigida por Desly Angulo, Solo repetición de Araceli Arreche dirigida por Javier Quiroz y la valiente adaptación de Los inocentes de Oswaldo Reynoso realizada por Sammy Zamalloa. Por otro lado, es interesante observar cómo se consolida el teatro musical en sus distintas formas. Sin embargo, creo que con el teatro testimonial no sucede lo mismo. Lo veo más como un fenómeno que se alinea con las modas globales del teatro que con su carácter artístico-comunitario. Lo más probable es que se ponga en evidencia en los años que vienen. Esto no lo invalida, sin duda. Veamos qué pasa. Habría que resaltar los estímulos económicos que -por primera vez- el Ministerio de Cultura entregó a más trescientos proyectos nacionales. Este es para mí el hecho más importante del año.

-Qué nos puedes decir de las salas alternativas como El Mocha, El Galpón o el Olaya de Chorrillos

-La aparición y continuidad de salas alternativas es un fenómeno nacional que nos permite observar dónde está el futuro del teatro y hacia dónde deben mirar las nuevas generaciones del teatro.

-La Asociación de Artistas Aficionados (AAA) recibió la noticia de desalojo…

-Hay que esperar. Es un tema delicado pero que representa muy bien la miseria de nuestro sistema político. Es en ese sentido, es importante capitalizar la experiencia para sembrar un precedente de resistencia y lucha común. No podemos quedarnos de brazos cruzados.

-De otro lado, qué opinas del reciente inaugurado Teatro Roma Ensad.

-Siempre hay que celebrar que un edificio, que nos acompañó durante tantos años, sea para el teatro y no para una iglesia. Yo iba de niño con mi abuela al Cine Roma. Amaba ir porque en el fondo veías un jardincito debajo de la pantalla. Lo lindo es que sigue ahí. Por otro lado, la ENSAD está creciendo. Tienen dos salas más y eso permite que muchos colegas puedan presentar proyectos para hacer temporadas sin tener que llenar muchas butacas. O sea, genera trabajo. Además, me parece fundamental que la ENSAD apueste por publicar teatro: investigación, reseñas, textos dramáticos, ensayos, entre otros. Gran labor de Lucía Lora y Santiago Soberón. Ese es el mejor regalo de este 2018.

-Desde la mirada de un director independiente. ¿Qué hay más allá de salas como La Plaza, Pirandello…?

-Las salas privadas son básicamente empresas y como tales tienen sus reglas de juego. Ciertamente son conscientes de sus costos. Saben que la gente de a pie no puede acceder a esos precios. Sin embargo, varias de ellas tienen promociones, descuentos importantes, preventas, e incluso precios especiales para la comunidad teatral. Siempre hay modos de acercarse.

-Los teatros de los Centros Culturales como el ICPNA, PUCP, el Británico, los cuales a la par de estrenos teatrales ofrecen talleres diversos de artes escénicas, ¿estimulan el sector?

-La oferta de talleres de los centros culturales son parte de su estructura fundante. No sé si estimulan al sector. En todo caso, al tener una población cautiva es más fácil vender sus productos. Yo los veo como semilleros, no como propuestas para formar actores y actrices. El problema viene cuando los y las talleristas salen al mundo, se sienten profesionales y creen que pueden enseñar. Esos “replicadores” son muy nocivos para el sector.

-Nuestros conos siguen con sus fructíferas actividades teatrales. Pienso en el grupo Grecia, en Muñecomas, en Arenas y Esteras de Villa El Salvador. Colectivos consolidados. ¿Tenemos algunos grupos o colectivos nuevos que de alguna manera les sigan la posta a éstos?

-Siempre hay nuevos colectivos que surgen de estas experiencias. El teatro comunitario es el que más gesta proyectos teatrales en todo el país. El tema, como siempre, es “resistir”. Resistir para permanecer. Permanecer para trascender.

-Este 2018 has realizado una serie de talleres en diversos puntos del país. Qué nos podías contar sobre esta experiencia y cómo observas el desarrollo de la actividad teatral en estas ciudades.

-EspacioLibre siempre intenta moverse más allá de Lima. No podemos ser ajenos a aquello que nos sucede como país y el público debe sentirse representado en lo que mostramos. Viajar nos permite reconocernos dentro del teatro peruano y no como un invento de los guetos capitalinos. Hay grupos del interior con los que venimos trabajando. Por un lado, tejiendo redes, y por otro, intercambiando experiencias pedagógicas. Este año hemos estado cerca de Parada Alterna y Cuarta Pared de Piura, de La Pequeña Compañía Pujante de Tacna, de La maleta de Trujillo, de Gallito de papel y Teatro de Octubre de Arequipa, de Kawsay Teatro de Huancayo, del Teatro Laboratorio del Cusco. Todos son grupos muy activos en sus ciudades, están en permanente ejercicio y buscan encontrarse entre ellos y con los grupos de mayor trayectoria. Incluso apuestan por gestionar salas no convencionales.

-Finalmente. ¿Qué puntos positivos de Espacio Libre Teatro destacas?

-Este año nos hemos enfocado en elaborar proyectos personales que se vinculen de algún modo al grupo. Por primera vez, en diecinueve años, no tuvimos un estreno y eso nos dio una mirada más apacible sobre nosotros como creadores/gestores. Es importante re pensarnos en el propio hacer y también en el no hacer. Las circunstancias para los grupos de teatro siempre son adversas. Por eso, el ejercicio de estar (presente o no) es un reto cada día.

-Proyectos inmediatos de tu emblemático grupo.

¡Celebrar los veinte años de EspacioLibre! En febrero estrenamos “Laberinto” de María Teresa Zúñiga en La Asociación de Artistas Aficionados con Aurora Colina, Karlos López Rentería y dos jóvenes de las canteras del grupo: Alexandra Jiménez y Brian Suárez. En junio estrenamos junto al Club de Teatro y a La AAA la última obra de Sara Joffré: Bagua. Y mientras tanto, arrancamos los talleres “Libre Verano Libre – Teatro con EspacioLibre” para los que quieran conocer nuestra forma de enfrentar la escena.