Alfonso Santistevan: “Estamos ante una situación política precaria”

Autor de Vladimir, El caballo del libertador y Pequeños héroes, nos habla sobre estas tres piezas de teatro cuya temporada se lleva a cabo en el teatro del CCPUCP

Entre 1986 y 1994, el actor, dramaturgo y director de teatro Alfonso Santistevan, escribió y estrenó las obras Vladimir, El caballo del libertador y Pequeños héroes. Tres textos fundamentales del teatro peruano contemporáneo. Tres historias de personajes atrapados en días confusos y violentos. Precisamente, porque es vital recordar, repensar para poder avanzar y no repetir el pasado, Alberto Ísola y Alfonso Santistevan, presentan el proyecto Trilogía, temporada que repone estas tres obras teatrales con el objetivo de volver a ver con la distancia que dan el tiempo y la conciencia. Al respecto charlamos con el autor.

-Alfonso, después de dos décadas con Alberto ponen en escena el proyecto Trilogía. Tres obras surgidas en el período de guerra. Háblanos de tus preocupaciones como autor durante esos años.

-Siempre me he preocupado por todo lo que pasa con mi país, con nuestra sociedad, con la política peruana. Esta inquietud es recurrente. Me interesa nuestra historia. Son temas que siempre me propuse llevar a la escena teatral. Es importante que el teatro nos brinde una representación de lo que somos. En el Perú sufrimos de un grave problema de identidad como República, como país. Somos un país profundamente fragmentado. Hasta el momento no nos reconocemos.

-Estamos totalmente divididos…

-Absolutamente fragmentados. No nos reconocemos. Nos excluimos unos a otros. Desde hace 200 años el Estado peruano está construido sobre la base de la exclusión de una parte importante de su población y su cultura.

-A propósito de la reposición de estas tres obras que surgieron en los ochenta y noventa. ¿Cuáles eran las preocupaciones de la comunidad teatral en este período?

– El conflicto armado o la crisis económica no eran precisamente las grandes preocupaciones temáticas cuando escribí Vladimir, El caballo del libertador y Pequeños héroes. Hablo de los años ochenta y noventa. La identidad era la preocupación capital en ese período. Vivíamos en una época en la que todos los que hacíamos teatro teníamos la urgente necesidad de reflexionar sobre la identidad. La identidad que se había vivido hasta ese momento no nos reflejaba. La irrupción en el teatro limeño del mundo andino, por ejemplo, se dio a través de los actores, directores y dramaturgos. Era una lucha. Cuando escribo estas tres obras las hago en este contexto. Otros compañeros también reflexionaron sobre el mismo tema. Mi trabajo hablaba de todo lo que nos pasaba como personas. Tal vez mi óptica para abordar este tema fue diferente.

-Tu dramaturgia explora más al individuo…

-Mis obras te presentan personajes a quienes les pasa cosas. Más que el Perú me interesan los peruanos y las peruanas porque precisamente de todas estas personas parte el tema de identidad.

-En estos momentos está en cartelera Vladimir. Podrías hablarnos al respecto.

-En Vladimir se juntan dos elementos importantes. Primero, el de la relación arquetípica entre madre e hijo con la que todos nos podemos sentir identificados. Nos habla de la crisis económica, de una familia que no se puede sostener, y de una madre que se va a buscar un futuro mejor. Aquí hablamos también de un quiebre generacional. De una generación que de una u otra manera cierra un período, un ciclo. No olvidemos que en el año 1993 se pone en marcha la nueva Constitución, la cual elimina la del año 1979. Esta última fue el reflejo de las fuerzas sociales más progresistas, y la de 1993, es el reflejo de las fuerzas sociales conservadoras, neoliberales. Ella, esta joven madre, considera que su ciclo político acabó, sin embargo, debe seguir adelante.

-En esta reposición Vladimir se trabaja desde la mirada del joven hijo.

-El chico corresponde a una generación distinta a la nuestra. De hecho no hereda estas cosas con las cuales nosotros nos formamos socialmente. Vladimir busca sus opciones de vida y sigue adelante. El no sigue un sueño, una utopía. El genera sus propias utopías, sus propias metas de vida. La obra habla del desencanto de la izquierda, del desencanto de quienes nos consideramos progresistas. Después de muchos años de su original estreno la obra nos sigue diciendo cosas.

-¿La desilusión se filtra en tus obras?

-No soy politólogo, menos sociólogo. Más allá de mi labor como escritor que se nutre de la vida diaria observo y siento este desencanto con respecto a la izquierda. La izquierda no ha podido reconstituirse y esto es importante saberlo. No es la culpa de los partidos de izquierda que se pelean, se fragmentan, en fin. Aquí hubo un partido de izquierda que fue Sendero Luminoso (SL). Políticamente SL destruyó a la izquierda para el resto del país. Esta decepción no nos puede llevar a decir, por lo menos a mí, no soy más de izquierda y mi pensamiento se allana a la onda neoliberal que se inició en el año 1993. De ninguna manera. Una de las cosas que no teníamos durante el primer estreno de Vladimir y que ahora sí lo tenemos, es el palpable fracaso del proyecto neoliberal. Lo observamos día a día. Estamos ante una situación política, social, cultural, grave, difícil, precaria.

-Nos hemos convertido en un país sin partidos políticos… Somos una sociedad indiferente.

-Uno de los problemas más serios del Perú es la poca participación y acción política. No hay acción política. Ahora en las universidades se observa poco interés en la política. Lo mismo pasa en los gremios. Observamos un abandono del territorio político. Se la dejamos en manos de las clases más corruptas las cuales no constituyen un proyecto de Nación.

– ¿Cuál es el papel del teatro en estas coyunturas?

-El teatro cumple una función fundamental en coyunturas como las actuales porque nos permite reflexionar y acercarnos a un pensamiento político que creo es importante.

-Tan importante como reflexionar desde la mirada de un profesor soñador…

– ¡Claro! No es casual que dos profesores asuman los protagónicos de dos de las obras del proyecto Trilogía. Es mi particular homenaje a los maestros. Ser profesor es una labor noble. Es un homenaje también a la Educación, un sector largamente abandonado por todas las gestiones públicas y proyectos nacionales. La educación es la última rueda del coche en el país. Poner a profesores como protagonistas es poner en relevancia la importancia de la transmisión de conocimientos, de ideales, de sueños, de utopías.

– El profesor está totalmente sumergido en un universo de sueños.

-En El caballo del libertador, el profesor tiene miedo, mucho miedo. El mismo lo dice: “Esta es una guerra que nadie ve y nadie entiende”. El empieza hablar de los presagios a través de los sueños. Le queda el pensamiento mágico. No hay cabida a un pensamiento científico. La situación se reduce a lo surreal. Justamente en la obra se observan estas imágenes. La aparición del cadáver de Bolívar, por ejemplo, es un hecho absolutamente surreal.

– ¿Pequeños Héroes es una pieza singular?

– Pequeños Héroes, es una obra peculiar. La presenté el año 1986. El contexto en el cual se da esta obra es durante la matanza de los penales. Esta guerra llega a Lima. La presencia del ejército en el Frontón, la muerte de todos los senderistas denotaba la cara de la guerra en Lima. El hecho de tener un gobierno aprista tenía un significado. En esta obra quise recordar tres momentos violentos de nuestra historia republicana. Primero, el levantamiento de Piérola contra Cáceres (1894-1895), que dejó mil muertos en Lima. Un evento sangriento. Nadie lo cuenta. Segundo, el fusilamiento de los apristas en Chan Chan (1932), y finalmente, la matanza en los penales en 1986. Me pareció importante hablar sobre todo esto. En el Perú estamos hechos de discursos que no dialogan. En el discurso en donde está el oligarca, el aprista traidor, el senderista; está también el discurso de la maestra, que es un discurso absolutamente utópico. Un sueño. Lo doloroso de la obra es que constatamos que todo es un sueño.

– Es una obra compleja.

-Es compleja en tanto nos puedan “terruquear”. Cuando estrenamos la obra en los ochenta no existía el verbo “terruquear”. Poner la voz de un senderista en escena ahora es difícil. Puede suceder como en La cautiva. Pueden pensar que le damos tribuna a estos temas. Especulo.

– El autor, el dramaturgo, el creador, luce desolado a través de sus historias.

-Sin duda. No soy precisamente optimista. Tampoco pesimista. Intento ser realista. Ni el discurso progresista, ni el discurso neoliberalista se han materializado.

– Frente a toda esta crisis de corrupción se realizaron manifestaciones en contra. Estas marchas de protesta tampoco te llama la atención.

-Mucho. Participo en ellas. Es más, considero que estas marchas son la verdadera expresión política. ¿Qué pasa? ¿Por qué la gente sale a marchar? Sencillamente porque no se sienten representados en los políticos. En ninguno. Justamente, el presidente Vizcarra entiende todo este sentir y se suma al manifestar de los ciudadanos que no se sienten representados.

– Decías en una entrevista que ahora la preocupación del teatro es ver cómo vas en Teleticket.

-Esta mirada tiene su lado bueno y malo. Lo bueno. El teatro se ha profesionalizado. Te pagan y es una empresa que debes mantener. La desventaja es depender de todo este aparato. Quizá para funcionar se tienen que hacer un tipo de obras que te garanticen el éxito. No necesariamente las obras que estrenas son las que deseas hacer. ¿Por qué? Porque lamentablemente en este país no se subvenciona el teatro. El Ministerio de Cultura ofrece ayudas mínimas. Aquí no hay apoyo. No se descuentan impuestos. No existen auspiciadores. En fin. No hay apoyo. El teatro lo hacemos con pocos recursos como lo hemos hecho siempre. Ponemos nuestro dinero, nuestro tiempo. Sin embargo, existen diversos colectivos y agrupaciones que se dedican al teatro. Desde su particular mirada reflexionan de manera interesante sobre el Perú. Pese a no contar con un teatro, con recursos mínimos, hacen teatro. Esta falta de visibilidad de su trabajo crea una capa y como resultado surge este tipo de teatro marginal, subterráneo, que ojalá pudieran ver más gente.

Sobre Alfonso Santistevan

Actor, director de teatro, dramaturgo y profesor universitario. Formado inicialmente en la Escuela del TUC, completó su formación con una amplia experiencia con el grupo Cuatrotablas y en el Teatro Nacional Popular dirigido por Alonso Alegría. Más adelante en talleres con José Sanchis Sinisterra y Sergie Belbel. Autor de varias obras de teatro, montadas en el Perú y publicadas en antologías y revistas en el Perú y España, versiones de obras clásicas para teatro, series de televisión y guiones de cine. Ha trabajado como actor bajo la dirección de Roberto Ángeles, Alberto Isola, Juan Carlos Fisher, Marian Gubbins, Chela de Ferrari, Mihail Page, Rocío Tovar, July Natters. Enseña desde 1983 actuación, dirección y dramaturgia.